domingo, 13 de octubre de 2013

El Mas de Calvo

El tiempo pasa. Hace dos meses de mi última entrada y desde luego no es que me hubiera olvidado del blog. Hemos pasado por las vacaciones, pasó la recogida de la almendra y ahora, con más calma, es tiempo de reflexión, de ver fotografías, de intentar plasmar recuerdos y vivencias y algún sentimiento encontrado.

El tiempo pasa. Su pesada maquinaria no se detiene, pese a nosotros, pese a todo, tic-tac, tic-tac, tic-tac...............
Por suerte somos capaces de retener, de guardar en nuestros recuerdos, ese minuto, ese segundo, ese instante que vivimos. Congelar una imagen, hacerla nuestra para siempre.


Hacía más de treinta años que Teresa y Deodoro no habían vuelto a pisar el Mas de Calvo, pero por sus caras de emoción y las explicaciones que nos daban a todos parecía que eso hubiese sido antes de ayer.


Chica del Mas conoce a chico que entra con su rebaño en tierra ajena, ahí salta la disputa pero ….el roce hace el cariño, así que el destino quiso que ya fueran el uno para el otro.


Tiempos duros, sobretodo desde nuestro punto de vista, la vida en esas Masías, alejados en ocasiones a bastante distancia de otro vecino, sin electricidad, sin agua corriente, sin teléfonos y sin otras de esas comodidades a las que nos hemos vuelto “adictos”.


Pero era lo que tocaba entonces y había que vivirlo. Así que si el joven Deodoro, después de todo un día de trabajo en el campo, quería ver a su amada Teresa, emprendía camino con el macho y si a la vuelta se le hacía demasiado tarde, le tocaba quedarse a dormir refugiado en alguna cueva por el camino.


Vimos la masía, la era, los corrales, visitamos el pozo que suministraba agua a la casa, los grandes bancales que la rodeaban, me sentí envuelto por una gran paz y un paisaje impresionante.


Sé que algunos de vosotros delante de las fotos solo veréis ruinas y olvido, pero en los ojos de Teresa y Deodoro, allí había vida, son sus recuerdos, sus imágenes y fueron muy amables al compartirlos con todos nosotros. Muchas gracias.